jueves, 2 de abril de 2009

Genética de la Violencia

Una perspectiva biológica del crimen, un enfoque que considere las conductas antisociales como comportamiento con evidente base evolucionista y una visión antropológica que considere que la sociedad ha reaccionado contra las conductas que la amenazan y subvierten, favoreciendo las actitudes altruista y castigando las tácticas desintegradoras, necesariamente conducirá a admitir que el crimen tiene primordialmente una base genética.

Adrián Raine resume en los siguientes puntos las consideraciones que enturbian el análisis de la influencia de la genética de la conducta Antisocial.

1. ¿Un gen es responsable de la conducta criminal? Los genes codifican proteínas y enzimas e influencian los procesos fisiológicos cerebrales que podrían predisponer biológicamente para determinar conductas criminales. No es posible concebir un solo gen codificando la proclividad al crimen, como tampoco es imaginable que un solo gen pudiera regir otras conductas humanas complejas. Es probable que exista múltiples genes y esta idea debe presidir aquellas disciplinas biológicas tales como la neurología, la psicobiología o la neuroquímica.

2. ¿La influencia de la herencia entraña que todos los crímenes son genéticamente determinados? La conducta criminal es el producto de los genes y del ambiente. No se habla de efectos sumatorios; lo propio es hablar de efectos multifactoriales, de interacción entre genética y entorno. Por otro lado, los genetistas de la conducta no tienen una posición radical; ellos no excluyen la importancia del ambiente, aunque obviamente privilegian las bases biológicas de la violencia.

3. ¿La investigación genética puede explicar por qué algunos individuos específicos comenten crímenes? Una heredabilidad de los 50% para el crimen no puede extrapolarse para inferir la conducta antisocial de un individuo en particular.

4. ¿Si el crimen es genéticamente determinado entonces es irremediable? Obviamente no hay un destino ineluctable. Admitimos que se trata de una predisposición constitucional influenciable por los parámetros sociales.

5. ¿Son los estudios genéticos más orientados hacia la herencia que hacia el entorno? En rigor los estudios en gemelos y en adopción, si bien están presididos por la genética informan al mismo tiempo, que esta no explica todo. La heredabilidad de la conducta criminal en los gemelos monozigotos es de un 50%. Habría que aceptar que el otro 50% corresponde a influencias sociales.

6. ¿Los factores genéticos que subyacen en el crimen no pueden invocarse en un proceso legal? No puede heredarse algo que es un constructo social y legal y cuya definición esta abierta a debate; sin embargo, esto valdría para muchas enfermedades mentales. Además la importancia de los factores genéticos se ven refrendada por la similitud de los resultados de las investigaciones en diferentes países. Estos estudios revelan que los factores predisponentes son los mismos.

7. ¿Las bases genéticas excluirán a los cientistas sociales? Obviamente nunca sucederá esto. Hay razones incontrovertibles para sostener que los factores socioculturales son claves en el desarrollo del crimen y todo señala que la genética actuará en un vacío si no considerara el medio ambiente.

8. ¿La investigación genética es intrínsicamente perversa porque es usada para justificar cruzamientos selectivos y programas de esterilización? Este temor es infundado a pesar que históricamente se ha instrumentalizado para llevar a cabo programas Eugenéticos que han conducido a atroces políticas de exterminio, por considerar que ciertas razas son inferiores. Las proposiciones eugenéticas no son sustentadas por las investigaciones genéticas.

Artículos como el aparecido en Science en 1993 en el que se decía haber descubierto el gen de la agresividad. En este trabajo, se presentó a ocho miembros de una familia holandesa a lo largo de tres generaciones con conductas tan diferentes como “arranques agresivos, incendios provocados, intento de violación y exhibicionismo” y, tras comprobar que todos poseían una mutación en el código genético de la enzima monoaminooxidasa, esta mutación fue presentada como el “gen de la agresividad”, denominación de la que el propio autor del artículo se desvinculó más tarde. Posteriormente, se observó que la alteración de este gen en ratones producía efectos tan diversos como “temblores, dificultad para enderezarse, miedo, carreras frenéticas y caídas, sueño inquieto propensión a morder al investigador, posturas jorobadas…”. Increíblemente, los autores de este estudio resumieron todo como “comportamiento agresivo”, porque ellos habían decidido a priori, tras leer el trabajo de los holandeses, que, dado que estaban estudiando el gen de la agresividad, todos los comportamientos que observaran serían agresivos.

"No existe un único gen de la violencia"

Lo afirma el genetista francés Pierre Bertoux, a propósito de la película "Animal", de reciente estreno.

(La Nación) - Algún día, la violencia será vencida gracias a los progresos de la terapia génica. Esa es la teoría que postula el film "Animal", de la francesa Roselyne Bosch, que acaba de estrenarse en esta ciudad.

Esa ficción, originada en un hecho real, se desarrolla en un futuro próximo, en el departamento de biología molecular de una universidad europea. Relata la experiencia de un joven investigador que identifica el origen genético de la agresividad y convence a un criminal psicópata para que se convierta en cobayo de un experimento que intentará modificar su ADN para erradicar las pulsiones animales que lo dominan.

¿Es una perspectiva realista? Los neurobiólogos lo ponen en duda. Desde hace dos siglos por lo menos, los investigadores procuran saber si algunos hombres tienen una predisposición al crimen. Las teorías de la herencia biológica del crimen nacieron en el siglo XIX y alcanzaron su paroxismo en la Alemania nazi. Durante ese período se consideraba —sin ninguna prudencia— que los comportamientos humanos similares se debían a un determinismo genético, transmitido por las especies, como se hereda el color de los ojos.

La consecuencia de esa actitud fue la eugenesia, que postulaba eliminar a las víctimas de taras genéticas para evitar que se reprodujeran.

Después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, con el florecimiento de las ciencias sociales, los especialistas comenzaron a asociar los comportamientos violentos con los fenómenos de sociedad: fallas en la educación, exclusión, influencia de la televisión.

Sin embargo, desde los años 80, los investigadores tratan de descubrir los fundamentos biológicos de esos comportamientos. Hoy se sabe que existen causas genéticas de la agresividad. Pero también está probado que los mecanismos que las regulan son extremadamente complejos.

"No existe un único gen que intervenga en el comportamiento. Hasta el momento se han localizado unos 20 fragmentos de ADN implicados en la conducta violenta. Y la lista podría extenderse", explicó a La Nación el profesor Pierre Roubertoux, especialista en neurociencias del Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS) de Francia.

Autor del libro "¿Existen los genes del comportamiento?", Roubertoux no excluye que haya centenares de genes implicados en esa conducta.

"Con el descubrimiento de la secuencia completa del genoma humano comprendimos que nuestro patrimonio sólo cuenta con 30.000 genes. Es imposible entonces que cada uno de esos genes corresponda a un comportamiento en particular", precisa.

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